En los últimos años ha crecido
notoriamente el número de personas mayores, y es de prever que siga creciendo
en los próximos años. Esta población es muy heterogénea en cuanto a su salud,
autonomía y necesidades nutricionales, ya que son muy diferentes los casos de
personas de 65 años con plena autonomía y los de 85 años con dependencias
físicas o psíquicas.
También hay que distinguir, desde
un punto de vista nutricional, a los mayores sanos de los que padecen
enfermedades crónicas, que pueden afectar hasta a un 40% de los sujetos mayores
de 75 años. La presencia de enfermedades crónicas y su tratamiento con
frecuencia produce molestias digestivas y falta de apetito, que contribuyen a
disminuir los alimentos que se toman.